En la tarde del martes nuesttro paisano Fernando Ramírez Pérez nos hizo entrega de su patacabra, a sus sesenta y cinco años de edad y tras más de cuarenta y seis años cotizados.
Su trayectoria comienza, como en muchos otros casos, desde muy niño. La primera empresa donde presta sus servicios fue la de Felipe el Cirilo, en la calle del Perdón. Pasa con Francisco Dueñas, aparcería que tenía con Aurelio García Angulo y Antonio Medinilla, en la calle San Sebastián, que trasladó luego la petaquería a la calle Cañito. Más tarde se va a la fábrica de la Viuda de Castro, con un breve paréntesis en el que trabaja en la fábrica de Francisco Jaén por poco tiempo y vuelve otra vez. A continuación estuvo en la empresa de Manolo Olmedo en la calle Vista Alegre y en su última etapa está con la aparcería de Francisco Martínez Melgar y su hermano Manuel Martínez Melgar y Castro. Al disolverse la aparcería se va con Manuel, taller donde se jubiló recientemente.
Recuerda que la patacabra le acompañó más de cincuenta años y se la hizo un carpintero que tenía su taller en la calle de Los Solanos. Anecdóticamente cuenta que en la base de su patacabra tiene parte de una tachuela que quedó tras clavársela un compañero para hacerle una broma, y al extraerla se quedó el fragmento que aún se puede apreciar. Es de madera de olivo. Algunas de las heridas o marcas que tiene se deben a los golpes que se daban al poner las boquillas, para que quedasen bien encajadas entre las herraduras. Desde hoy cuelga a la entrada del Museo de la Piel.
Felicidades a Fernando por su trayectoria profesional, que queda reconocida en nuestro Museo con la presencia de su patacabra jubilada. [Fotos: Paco Solano]
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